sábado, 28 de mayo de 2016

Libertad de (no) expresión.

Estamos con las manos atadas, esposadas, bien sujetas, para que no podamos soltarnos y se nos dé la oportunidad de ser libres y que ni se nos ocurra abrir la boca, no vaya a ser que derrochemos inteligencia perjudicial para aquellos de mentes cerradas.

No son conscientes del daño, pero nosotros, aquellos que lo sufrimos ya sea en primera, segunda o tercera persona sí.

¿Es esto un simple juego? ¿Es un tira y afloja?

Están en su trono, bien alto, observando, riéndose, nos ven tropezar con piedras grandes que llevan su nombre, nos ven caer, más son ellos los que nos empujan.

Toca resistir una vez más, espera.. ¿toca? ¿Es un bucle del cual no podemos salir? ¿Y si nos negamos? ¿Y si el unir fuerzas realmente funciona?

Creen tener más poder sobre el resto, creen tener un ejército insuperable, pues sus actos únicamente muestran soberbia.

Nos reprochan aquello que creen que es suyo, somos marionetas manejadas en un cuadrado, donde si te sales de las líneas deben castigarte por desobedecer.
Debes mostrar piedad, debes mostrar respeto y por supuesto debes postrarte a los pies de aquel que ha conseguido coger tus hilos y hacer lo que se le antoje, pues al fin y al cabo es quien está arriba del todo y no se puede pasar por encima. Y claro, al estar tú abajo del todo acabas pisoteada, sucia, dolorida, ¿y lo peor? Que seguirá siendo culpa tuya, obviamente.

Normas establecidas que deben ser cumplidas si no quieres sufrir, porque claro, todo lo anterior son meras caricias que te regalan, debes estar agradecida.

La fuerza física no es la que ganará esta vez, no siempre se van a salir con la suya, ya no, estamos aquí para demostrar que valemos, que nos valoramos y que no dependemos de nadie para ser.

Existimos, tenemos voz y tenemos voto, somos personas, de carne y hueso, lo sé, me estoy viendo, nos veo a todas nosotras, somos reales, no somos la sombra de nadie, no estamos a la merced de ningún despiadado caprichoso.







domingo, 13 de marzo de 2016

Frustración.

Palabras tabú.
Aquellas que no pueden nombrarse y una vez habladas quedan en el olvido. Otra vez.
He perdido la cuenta de las veces que he iniciado la conversación con el mismo tema, mismas respuestas, mismos resultados, ninguna variación.
Proponer soluciones es de lo más sencillo, pero a la hora de la verdad si te he visto no me acuerdo.
Traumas. Los hay. Existen. Pero debería ser menos complicado superarlos.
Y qué hago yo. Aguantar. No me queda otra.
Poner la otra mejilla, sonreír, fingir que no pasa nada.
No es grave, nada más lejos de la realidad, pero frustrante un rato largo.
No me quito culpa pero tampoco me la echo, ni se la echo al resto, pero llega un punto en el que te desesperas.
No es que sea esencial, pero no está de más que de vez en cuando esté algo presente, aunque sea mínimamente.

Escribo para desahogarme, porque sé que no va a mejorar, o quizá habla mi pesimismo, o tal vez mi desesperación.

"Una vez al año no hace daño" pero tampoco hay que tomárselo al pie de la letra, quiero que ese uno ascienda.

martes, 1 de marzo de 2016

Toxicidad.

Redes sociales es sinónimo de toxicidad, he dejado de ver puertas abiertas en cuanto a conocer gente nueva, porque he comprobado que aquellas personas que se esconden tras una pantalla no son las que dicen ser, así pues prefiero cerrarlas, y no volver a abrirlas.

Es increíble la contaminación que puedes recoger hasta enfermar, de una manera u otra.
Han pasado de ser personas reales, a personas ficticias; personas que se esconden, que se escusan, que crean sus vidas en base a una mentira, y eso, da asco.

Oh, ¿y qué más contribuye? La falsa amistad, está a la orden del día, pero no nos pilla de nuevas.
En mi opinión es una palabra, un concepto sobrevalorado, algo inexistente, algo en lo que queremos creer. Todos acaban fallando, decepcionando, desapareciendo. De nada sirve mantenerlas si nada aportan.

Me he caído y levantado unas cuantas veces, he aprendido de mis errores y de los ajenos, y curiosamente he vuelto a caer en ellos, porque por mucho que te apliques el cuento, la vulnerabilidad pesa más, y si te pilla en momentos sensibles, apaga y vámonos.

No creo en nada, no creo en nadie (o prácticamente nadie), no creo en palabras bonitas o en promesas, ya no, dado que si no ha habido actos demostrativos todo lo demás tiene importancia cero.

Pero no he sufrido en vano, me ha servido para darme cuenta de que realmente todo está en nuestra mente y que magnificamos todo aquello que nos hace sentir mínimamente bien. A quién no le gusta tener a alguien que esté ahí cuando uno se siente solo, o para hacerte reír, o simplemente está. Por qué poner etiquetas de amistad.

No es la primera vez que hablo sobre esto pero sí la primera vez que he tocado fondo de tal manera que he tenido que alejarme de todo lo que me afectaba, Aún así a veces sigo sintiéndome atrapada,

Me gustaría gritar, me gustaría que la gente pagara por sus pecados.
Yo ya he tenido suficiente karma en mi contra, ahora le toca al resto.
¿Se considera egoísmo? Llamadme egoísta pues.

Soy monótona y repetitiva y necesito vomitar palabras odiosas constantemente porque me han jodido, porque no me han tenido en cuenta, porque se han posicionado, y han escogido la vía fácil, que es dejarte en el olvido. Así pues he optado por pagar con la misma moneda, no van a tener ningún beneficio por mi parte porque la mierda ha sido tan grande que merecen que se ahoguen en ella.